lunes, 7 de octubre de 2013

La Laguna tiene sed.

En los ejidos sin agua, ansían una gota limpia de la que beben las vacas lecheras o con la que riegan su alimento, porque de los millones de litros cúbicos que se desperdician, nadie rinde cuentas.

Por: FRANCISCO RODRÍGUEZ LOZANO
23 de Septiembre de 2013.

Torreón.- 70 mil habitantes de la Laguna no tienen agua, otros están enfermos por beberla contaminada, mientras el 85 por ciento del líquido de pozos es para destino agrícola y ganadero, y más de la mitad de la que se extrae de acuíferos se desperdicia. El problema, dicen especialistas, tiene nombre, se llama
irresponsabilidad.

La sed en la comunidad La Esperanza, ejido de la Comarca Lagunera, tiene nombre. María Félix Cayetano es una mujer de 64 años que conduce una carretilla con dos garrafones de 20 litros y dos más de 10 litros. Junto a su vecina Nancy Rodríguez, madre soltera de cuatro hijos, se dirige a robar, sí, a robar agua.

Ambas caminan unos 500 metros por las polvorientas calles del rancho, hasta llegar a una noria privada. Ahí, introducen entre la malla un tubo de PVC de más de dos metros hasta que lo colocan dentro de un conducto que arroja agua en cascada. María se remoja los labios al escuchar el sonido del líquido cayendo en el canal que cruza la siembra de sorgo. Cuarenta grados centígrados azotan sobre la alfombra verde del cultivo.

“Tengo tres meses que no tomo agua de garrafón. No tengo dinero y a mi esposo le pegó una embolia”, cuenta la señora Cayetano. Nancy, su vecina, carga en su carretilla un tambo de 40 litros, un garrafón de 20 y dos envases de refresco de dos litros y medio cada uno.

“Yo esta agua la uso para lavar y bañarnos. A mis hijos los baño cada tres días. Así administro el agua”, describe Nancy, una trabajadora de maquila.

En la comunidad La Esperanza, un ejido incrustado a dos kilómetros de la carretera Torreón-Matamoros, los pobladores mejor vendieron las llaves para el agua. Desde hace casi tres años, ni una gota escurre por las tuberías. Cuatro pozos que en épocas mejores abastecieron a la comunidad, terminaron por secarse.

En los últimos años, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha dado de baja cerca de 700 pozos de abastecimiento de agua potable que se han agotado en la Comarca Lagunera de Coahuila y Durango. El agua se convirtió en promesa de campaña política.

Esta comunidad de unos mil 500 habitantes, es una de 165 en La Laguna que se está muriendo de sed. Son por lo menos 70 mil habitantes de la región que sobreviven por pipas de gobierno o particulares que llegan a abastecerlos de agua. Sobreviven también del líquido que roban de la noria y otros, los afortunados, compran garrafones.

Cierto. Coahuila es el segundo estado con la mayor cobertura de agua potable en el país, pero María Félix no es una de esas afortunadas. Desde la embolia de su esposo, apechugaron y beben del agua que roba.

“Hace unos días se me enfermó mi esposo del estómago, andaba con diarrea. Salió peor”, asegura. María y su esposo de 68 años viven del dinero que les da una hija cada semana. “Ya quiero que sea octubre, porque va a haber jornales en el corte de melón”, dice la señora que aparenta más edad y camina con joroba.

Cuando las vecinas terminan de rellenar sus botes, otro lugareño viene llegando con su carretilla, sus garrafones y su tubo para conducir el agua. María y Nancy vienen a la noria cada tercer día, pero hay quienes lo hacen todos los días. Familias de cinco o seis integrantes que no alcanzan con los 200 ó 300 litros que cada tres días les reparte en pipas la Conagua. Otros cargan tanques de mil litros en camionetas y viajan hasta la zona conurbada a surtirse del líquido.

La Conagua instaló en comunidades como La Esperanza, tinacos negros con capacidad para cinco mil litros de agua. Una pipa de la dependencia los surte y de ahí la gente la administra. Hay un tanque por calle, y frente a él, decenas de botes y tinas que se forman, ya sea para que la pipa también se los rellene o para ser los primeros en recibir el líquido.

Afuera de los hogares no hay jardineras, sino tambos de 200 litros, recipientes y tanques de mil litros para que pipas particulares, de esas que aprovechan la sequía para ir a vender el líquido, les vendan agua enlamada por 15, 20 o 30 pesos por descarga, la que utilizarán para lavar trastes.

En teoría la pipa de Conagua llega cada 9 tercer día, pero al menos esta semana ya lleva 24 horas de retraso. “Estamos esperándola, porque de otros lados no nos dejan agarrar. Muchos se adueñan de los tanques”, se queja Maribel Pérez, otra habitante del ejido. Una de las estrategias de administración de Maribel es reciclar el agua de la lavadora. Cuando termina el ciclo de lavado, en lugar de tirarla la utiliza en el excusado o para trapear. Las regaderas es un lujo de otros años, se bañan a jicarazos. Bebe de garrafón, pero del chafa, dice, porque los de marca cuestan más de 20 pesos.

Allí en el desierto, el agua se cuida como a las joyas de la familia. Llegan a los pleitos por la pipa; no dejan que una vecina tome del mega tanque que no está en su calle y llegan a sobornan con 20 pesos al chófer de la cisterna para que deje más líquido en una casa.


Déficit en acuíferos

En La Laguna, región enclavada en una zona árida, existe un padrón aproximado de cinco mil pozos (eran cinco mil 842 en 2011), de los cuales, cerca de la mitad son de uso agrícola. La extracción “oficial” en el acuífero principal es de cerca de mil 300 millones de metros cúbicos al año y una recarga “oficial” de entre 500 y 550 millones de metros cúbicos anuales. Existe un déficit en la recarga de por lo menos 800 millones de metros cúbicos al año.

Para Ignacio Sánchez Cohen, coordinador en el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) del Programa de Investigación en el área de manejo integral del agua, éste desbalance entre la extracción y recarga es la principal razón de que el acuífero de La Laguna sea, oficialmente, uno de los 104 sobre explotados a nivel nacional.

Datos de Conagua muestran que tiene concesionados a productores agrícolas y agropecuarios más de 700 millones de metros cúbicos de agua,pero la sola concesión, legal, está por encima de la recarga del acuífero. Con todo y eso, persiste una diferencia de 600 millones de metros cúbicos que nadie regula.

En los últimos cinco años la Conagua ha detectado y cerrado más de 600 pozos clandestinos. Aún así, Armando García Triana, Gerente de Cuencas Centrales del Norte de la Conagua, admite que cerca del 90 por ciento de los pozos agrícolas extraen más agua de lo autorizado; sin embargo justifica: “Si clausuro los pozos se acaba la economía agrícola y agropecuaria de la región y nos tenemos que ir a vivir quién sabe a dónde”.

De hecho, el 85 por ciento del agua que se extrae en la Laguna se destina al sector agropecuario. Ignacio Sánchez Cohen asegura que la presión de esta actividad está ocasionando un abatimiento en el acuífero principal de entre dos y dos metros y medio por año.

Para equilibrar, mas no recuperar el acuífero, se tendrían que extraer no más de 500 millones de metros cúbicos de agua. De hecho, la mitad del agro lagunero se riega con agua de pozos y la otra mitad con el agua rodada de las presas. Por dicho líquido, un productor del campo lagunero paga en promedio 3.5 pesos por metro cúbico; cuatro pesos menos que en la zona conurbada, lo que no es sostenible financieramente. Guillermo Sánchez critica que lo que se cobra por derechos de agua no alcanza ni a pagar el gasto de abastecimiento. En Estados Unidos o en Europa el costo más alto de producción del cultivo es el agua; en México son más caros los fertilizantes o plaguicidas, y el agua es el insumo de menor costo. “No hay una congruencia con la disponibilidad de agua”, insiste el especialista.


El derroche


Estudios de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, unidad Torreón, muestran que el 48 por ciento del agua se desperdicia en la conducción a los módulos de riego de La Laguna, debido a una red, instalaciones y canales deteriorados. Y a la hora de regar las parcelas, se desperdicia otro 35 por ciento por falta de tecnificación.

Para el INIFAP, la eficiencia global en los distritos de riego no llega al 40 por ciento a nivel nacional; es decir, que de cada 100 metros cúbicos que salen de la presa o de cualquier otra fuente, se desperdician 60 metros cúbicos en la conducción y aplicación.

“Existen tramos críticos que deberíamos de ponerles atención. Entre parcela y parcela nadie da mantenimiento. Hay partes incluso que requieren una completa restitución o colocar tubería y no canales, aunque eso implicaría estudios de impacto ambiental”, describe Carlos Ramírez Contreras, Jefe del Departamento de Riego y Drenaje de la UAAAN.

En el país existen 85 distritos de riego y más de 39 mil unidades de riego que no necesariamente están bajo control, porque se sigue extrayendo más agua de la que es posible. Se calcula que en La Laguna, tres de cada 10 productores tiene tecnificado su riego, pero especialistas aseguran que ese ahorro no se devuelve, sino que seexplota para expandir el área de siembra.

“No existe ningún ahorro”, critica Sánchez Cohen del INIFAP. “Es una excelente tecnología mal aplicada”, agrega Celso Manuel Valencia, investigador de la UAdeC. Y para el doctor Vicente de Paul Álvarez, profesor investigador de la Narro, especializado en el uso y manejo del agua, la superficie de siembra no está vigilada, con superficies que exceden a lo autorizado por el plan hidráulico, con productores que siembran una hectárea un cuarto, teniendo autorizada sólo una.

Los tres especialistas coinciden en que la frontera agrícola y ganadera está excedida para la región. “Deberíamos de utilizar de agua nomás la que se puede reponer y no se hace. Tenemos abatimientos de nivel freático, estamos sacando agua a profundidades de más de cien metros y eso afecta la calidad”, cuestiona Álvarez Reyna.


Hidroarsenicismo, la amenaza

De la región Laguna, las autoridades gubernamentales han tenido que perforar a profundidades de más de cien metros para encontrar líquido. Se trata de aguas fósiles de más de 40 mil años de antigüedad, con problemas de calidad, asegura Ignacio Sánchez Cohen.

El 70 por ciento del agua que se bebe en el país proviene de los acuíferos, y su sobre explotación, al menos en La Laguna, trae consigo problemas de salinidad y arsénico; sin mencionar los problemas de altas concentraciones de nitratos por la sobre fertilización de los cultivos.

En Torreón, del total de pozos con que cuenta el Simas, 21 están por encima de la Norma Oficial Mexicana en cuanto a concentración de arsénico, la cual señala que el agua no debe tener más de 0.025 miligramos de arsénico por litro.

Y en Gómez Palacio, siete pozos están por encima de la Norma Mexicana, sin tener como parámetro la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, que sugiere que el agua apta para consumo no debe superar los 0.010 miligramos de arsénico por litro.

Es en las zonas rurales de la región donde los niveles superan hasta por cinco veces la Norma Mexicana. En el ejido Porvenir de Francisco I. Madero, se presentan niveles de 0.112 miligramos de arsénico. Sólo dos de 28 ejidos del municipio cumplen con la NOM.

En San Pedro, más de 20 comunidades superan la NOM llegando a niveles de 0.61 miligramos de arsénico por litro. En La Laguna de Durango hay comunidades rurales como El Cariño que presenta .122 miligramos de arsénico por litro. Y en Lerdo, el ejido Salamanca concentra 0.123 miligramos, así lo muestran los últimos monitoreos.

Es en estas zonas donde investigadores y científicos han determinado que éste metalóide es cancerígeno. Se han detectado casos de ‘cuerno cutáneo’, que es una protuberancia en las espaldas o palmas de la mano, provocadas por beber agua con arsénico.

El investigador Javier Morán, jefe del Centro de Investigación Biomédica de la Facultad de Medicina de la UAdeC, ha documentado daños a nivel del ADN de las células y alteraciones en la estructura y calidad de los espermatozóides en los varones de las zonas rurales de la región, quienes han estado expuestos al agua contaminada con el metal.

Para tratar de contener la problemática, el gobierno de Coahuila ha invertido 16.7 millones de pesos en la instalación de filtros anti arsénicos en las norias más contaminadas de Torreón, mientras que el gobierno de Durango decidió comprar 60 mil filtros domiciliarios para remover el metal en las tomas domésticas y contempla también instalar 19 filtros a pie de pozo.

Aunque lo anterior no es una solución de fondo al verdadero problema, que es la sobre explotación del acuífero. Celso Manuel Valencia, especialista de la UAdeC, cree que hay zonas donde el abatimiento es mayor al promedio y que incluso supera los 10 metros cúbicos de agua por año.


Más leche, menos agua

Como ya lo señalaron especialistas, a la sobre explotación y desperdicio por parte de las actividades agrícolas y ganaderas, se le suma también el equilibrio del sector productivo de la población. Arguye la necesidad de encontrar un balance entre habitantes y actividad económica.

“Se habla de primero dotar de agua a la población, pero luego ésta no tiene qué comer. Es un conflicto de intereses, y la lucha por el agua es por todos lados”, advierte el especialista. Parece paradójico, pero ese es el problema que hay que combatir.

La buena noticia, dice Celso Manuel Valencia, Jefe del Departamento de Investigación y Posgrado de la UAdeC, es que sí existe suficiente agua en la región, el problema es que no se está usando responsablemente.

“La gente en la Comarca no debería estar sufriendo problemas de agua, porque hay agua. Si se sufre es porque el agua se usa en otros lados y es insuficiente”, declara el especialista.

Respalda que por ello existe un desajuste, un desbalance en la extracción del acuífero, reconociendo que no se puede disminuir la actividad económica de imprevisto, sino de forma gradual, refiriéndose, sobre todo, a la producción de leche, donde la Laguna es líder nacional.

- ¿Es costosa la cuenca lechera?, se cuestionó al especialista.

- Sin duda. Y el costo más grave hoy en día es la salud de las personas.

Pero no se queda en la crítica. Explica que la alfalfa por ejemplo, no es indispensable en la dieta de las vacas y se puede remplazar por otros tipos de forrajes, como la penca del maguey que, según dicen otros expertos, requieren menos agua. Esto a razón de que una hectárea de alfalfa consume en promedio 20 mil metros cúbicos de agua al año, unos 20 millones de litros, aproximadamente.

Si se habla de que la superficie de siembra de éste cultivo es de cerca de 40 mil hectáreas en toda la Laguna, tan solo para éste se necesitan 800 millones de metros cúbicos de agua. Lo que se destina al riego de alfalfa es más de lo que se necesita para recargar el acuífero. He ahí el problema, y la solución parece evidente.

En los últimos 20 años la producción lechera ha despegado en La Laguna. Según datos oficiales de Sagarpa, la superficie dedicada a la siembra de cultivos forrajeros se ha incrementado de 35 mil hectáreas en 1979, a más de 75 mil en 2004 y 120 mil hectáreas en 2012.

Una hectárea de cultivo de riego puede necesitar hasta 18 mil metros cúbicos de agua al año, según estudios del INIFAP; y se sabe que en 2012 se requirieron dos mil 160 millones de metros cúbicos de agua (Dos billones 160 mil millones de litros), tan sólo para alimentar el ganado.

Y en la parte alta de la cuenca, que es de donde se alimentan las presas que abastecen los ciclos agrícolas, llueve en promedio mil 200 millones de metros cúbicos, la mitad de lo que se necesita para completar un ciclo agrícola.

“Ese es el tamaño del impacto de la sequía y del mal aprovechamiento”, expresa Ignacio Sánchez Cohen, del INIFAP.

No es todo. En la Laguna, lugar de la cuenca lechera más grande del país, existe un hato aproximado de 500 mil cabezas de ganado y de esa cifra, cerca de 300 mil son vacas que producen leche. En promedio, una vaca productora bebe entre 30 y 50 litros de agua al día, es decir, que entre todas las vacas consumen entre nueve y 15 millones de litros de agua cada 24 horas. Con esas cantidades se podrían llenar diariamente entre tres y seis albercas olímpicas.

Lo anterior reafirma porqué según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), para producir un vaso de leche se necesitan 200 litros de agua. Y esa agua se está extrayendo en medio del desierto.

“Imagina un decreto donde se diga que el 30 por ciento del agua debe ir a las personas, pues armamos una revolución. Hay que ir poco a poco”, considera Armando García Triana, gerente de Conagua, para quien más que un plan regional, se requiere un plan presidencial. Así como existe un plan para abatir la inseguridad, un plan para abastecer de agua a la población.


Y en las ciudades, la tiran

Armando García recalca que la dependencia ha estado supliendo a los organismos operadores de agua, pues la mayoría están quebrados y trabajan con números rojos. Una estadística de Conagua estima que el 30 por ciento del agua que extraen los organismos operadores como el Simas (Torreón) o Sideapa (Gómez Palacio), se desperdicia por fugas. El Simas Torreón, por ejemplo, sustrae diariamente dos mil 250 litros de agua por segundo; sin embargo, alrededor de 675 litros por segundo (30 por ciento) no llega a las tomas domiciliarias. Se despilfarra.

Por eso, Conagua ha tenido que salir al quite. Tan solo en lo que va del año ha distribuido más de 58 millones de litros de agua potable a 165 comunidades de 10 municipios de La Laguna, como parte de su programa de Atención a la Población ante los Efectos de la Sequía. Mientras en estas comunidades subsisten con cuatro litros de agua al día por habitante, más lo que roban de norias y compran de garrafón, el promedio de consumo en México es de casi 300 litros de agua por habitante cada día.

A la Conagua le cuesta 90 pesos el metro cúbico de agua que lleva a las comunidades en pipas, cuando la extracción del metro cúbico (mil litros) vale entre ocho y nueve pesos, lo mismo que un litro de agua en una tienda de autoservicio. “Le cuesta más al Estado estar llevando pipas que solucionar el problema”, señala Ignacio Sánchez Cohen.

De ahí que para Armando García Triana, el costo por el líquido debería de ser de por lo menos el doble por estar en un desierto. En España, por ejemplo, el costo promedio del agua es de 24.7 pesos (1.40 euros) por metro cúbico. En Alemania, uno de los países con el mayor costo por metro cúbico, es de más de tres dólares, unos 40 pesos; cinco veces más que en La Laguna.

“Los negocios deben ser negocios, aunque no nos guste y cobremos muy mal. El precio es muy bajo y aún así no lo pagamos”, critica García Triana. El Simas Torreón, por ejemplo, tiene una cartera vencida que suma los 485 millones de pesos en cuentas, equiparable a un año de recaudación.

Con los 675 litros por segundo que desperdicia el Simas Torreón, se podría cubrir diariamente a 169 personas a las que se les tiene que estar abasteciendo de agua en cisternas. Pero hay un número más drástico.

Durante un día se desperdician en Torreón 58 millones 320 litros de agua, cantidad que la Conagua ha distribuido en éste año para intentar paliar la crisis de sequía en comunidades de Matamoros, Francisco I. Madero, San Pedro y Viesca, en Coahuila; así como Lerdo, Mapimí, Nazas, San Juan de Guadalupe, Simón Bolívar y Tlahualilo, de Durango.


Migración forzada

El problema del agua, como ya se ha visto, es fuente de múltiples consecuencias interconectadas, y otra de ellas, quizá la más silenciosa, pero cada vez más notoria, es la migración forzada.

“La gente tiende a desplazarse por falta de agua. Ese desplazamiento hace que abandonen sus lugares en búsqueda de mejores condiciones de vida. Se está detectando una migración forzada por clima. Hay migración rural-rural, rural-ciudad y rural-internacional”, afirma Sánchez Cohen. Describe que en los desplazamientos por inundaciones, la gente termina regresando, situación que no suele suceder en las sequías.

De hecho, agrega que ya hay campos y comunidades donde el sector agrícola y agropecuario es atendido por mujeres y no por hombres. Una triste realidad. En los dos últimos foros mundiales del agua, en México y Turquía (2005 y 2010), se estimó que para el 2030 habrá más de 250 millones de personas en el mundo catalogados como refugiados ambientales.

“En México se está empezando a documentar el fenómeno y quizá esté enmascarado por otros aspectos”, considera el especialista, y éste quizá sea sólo el comienzo de algo todavía peor. Definitivamente la sed, como se dijo al principio, tiene nombre, le dicen irresponsabilidad.


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