Saúl Maldonado, corresponsal
Publicado: 09/06/2012 10:13 (La Jornada)
Durango, Dgo., 8 de junio. Una niña indígena de ocho años fue asesinada de un balazo porque tomó agua para su familia de un pozo, ubicado en un poblado contiguo a donde vivía, en el municipio de El Mezquital, la zona tepehuana del estado. En esa región, 350 comunidades rurales están sin agua y eventualmente el gobierno les surte con pipas.
Regina Flores Flores caminó más de un kilómetro y medio desde su comunidad para llegar al pozo de agua. Acompañaba a su padre y cargaba su propio bidón. Vivía en El Chalate, un poblado localizado en Santa María de Ocotán, municipio de El Mezquital
Cuando Regina y su padre llegaron al pozo, ubicado en el poblado Cantimplora, Agustín de la Cruz Flores les hizo el alto, queriéndoles impedir que llenaran sus barricas. Los hombres iniciaron un pleito verbal.
Minutos después De la Cruz se retiró hacia su domicilio, mientras padre e hija llenaron sus tres barricas y se dispusieron a marcharse. Habían caminado unos metros cuando Agustín de la Cruz salió de su casa, pero esta vez con una pistola en mano y empezó a dispararles. Regina cayó al suelo con una bala en la espalda. El impacto fue sobre su riñón derecho lo que le provocó una hemorragia que derivó en la muerte.
Tras lo ocurrido, Agustín de la Cruz se dio a la fuga. De acuerdo con las primeras investigaciones, los pleitos por el agua entre los habitantes de El Chalate y Cantimplora no son nuevos. La comunidades están en una zona serrana, a la que se accede en camiones de redilas –no pueden transitar los autobuses de pasajeros porque son casi brechas–, y que desde la capital del estado está a no menos de siete horas de camino.
Vecinos de La Cantimplora dijeron a la fiscalía que no era la primera ocasión que De la Cruz discutía con los habitantes de El Chalate cuando éstos llegaban para tomar agua del pozo.
Incluso, con los padres de la pequeña Regina había peleado varias veces, y siempre los amenazaba diciéndoles que si volvían les echaría bala porque el pozo era propiedad de los habitantes de La Cantimplora.
El Chalate y La Cantimplora son parte de esas 350 comunidades rurales sin agua desde hace más de un año (no llueve desde hace 18 meses) y el líquido les llega en forma irregular porque los caminos son difíciles de transitar.
En otras 400 comunidades se han instalado tinacos de 10 mil litros, los cuales se llenan cada semana para que de ahí consuman agua los habitantes del lugar mientras les vuelven a surtir.
Las 10 presas más importantes del estado, y las de mayor tamaño se encuentran a un nivel promedio de 39 por ciento de almacenamiento; dos están por abajo del 10 por ciento; cinco más por abajo de 30 por ciento y las restantes alrededor de 40 por ciento; sólo una alcanza el 60 por ciento de almacenamiento.
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