Más de un millón de personas contaminadas por este veneno parecen no ser suficientes para que las autoridades tomen las medidas pertinentes para sanar a la población y frenar el problema.
Agosto de 2011
Periódico Vanguardia
Nota por: Jesús Peña
Torreón, Coahuila. El hidroarsenicismo en la Laguna es un problema que ha envejecido sin encontrar solución. Los ejidos y rancherías del municipio de Francisco I. Madero se han convertido en ejemplos clásicos de la literatura médica de todo el mundo que trata del envenenamiento con metales y metaloides. Administraciones estatales y municipales han pasado y el problema sigue allí, enraizado en la tierra, confundido con el agua que beben muchos mexicanos en la leche de una conocida marca comercial. Pero aún más que la diabetes y el cáncer propiciados por el envenenamiento con arsénico, los campesinos de estos ejidos padecen un problema todavía más viejo y devastador: la desoladora pobreza, rayana en la miseria que les impide, por ejemplo, beber cotidianamente agua de garrafón, el remedio más simple para prevenir y contrarrestar los nocivos efectos del metaloide. Mientras los empresarios laguneros amasan grandes fortunas, sólo la pobreza y la enfermedad prosperan en los poblados de Covadonga, El Cántabro y Lequeitio.
En el Pueblo de Nuevo Mundo el sol rostiza la piel como pollo crudo encima de una parrilla de brasas ardiendo, pero a pesar de los más de 40 grados que se sudan a la sombra, en esta comunidad de caminos terregosos y burdas casas de adobe, en el municipio de Francisco I. Madero, Coahuila, don Rafael Rodríguez Ramírez tiene frío.
Sentado en una silla de ruedas, bajo un par de árboles escuálidos que apenas y se mecen por el viento que sopla con aliento de horno, Don Rafael, o mejor dicho la mitad de lo que queda de él, porque hace algunos años que la diabetes y el arsénico que carga en la sangre desde que era niño mutilaron su pierna derecha hasta la cadera, confiesa que ya no puede más con el dolor. La camisa azul de manga larga que lleva puesta y sus guantes de felpa metidos en sus manos reducidas, dan la impresión de que a don Rafael el invierno se le ha instala do en el cuerpo para el resto de sus días. ¨Estoy operado de la cadera, siento las manos como si las tuviera en la lumbre, empedernidas, empedernidas. Los testículos, como que traigo melones, me arden en ratos, y estoy estreñido, no puedo orinar y uso pañal¨, de sus labios delgados salen sus pesares como si escupiera, una por una, las cuentas de un rosario.
Estudios realizados desde la década de los 60s, época en que se hicieron visibles los primeros efectos del consumo crónico de agua combinada con arsénico, arrojaron la relación que existe entre la ingesta de este veneno con la aparición de enfermedades de la piel y cánceres de hígado, vesícula, próstata, vegija y pulmón, así como la enfermedad del pie negro, esterilidad y abortos espontáneos.
¨Para el 60 que se empezaron a hacer los primeros estudios epidemiológicos, se vio que el número de casos se incrementaba y la concentración de arsénico también era más alta en al agua. Coincidían dos cosas, primero que estaban sacando más agua del acuífero, que la extracción de esa agua era más profunda, y había más exposición y más casos¨, declara. José Javier García Salcedo, maestro investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Coahuila en Torreón.
Llegamos hasta la casa de don Rafael una tarde, durante un recorrido por varios ejidos de la Comarca Lagunera, acababa de tomar su acostumbrado baño, y se acordó de la vez que mientras se enjabonaba vio en el talón de su pie derecho una pequeña llaga, sin adivinar que ese sería el principio de su desgracia. Era un pellejo pegado a la carne con un agujero negro en el centro y que tenía como pelos, don Rafael se asustó.
¨Yo de pendejo hice confianza, fui hasta los tres días con el doctor y ya anduve enfermo de mi talón¨, resume el hombre, que parece como de 80 y tantos años y que en realidad tiene 64.
Don Rafael había trabajado como incansable jornalero en los campos de algodón de Nuevo Mundo y como todos los peones de por acá, se había quitado el calor y la sed con el agua puerca, saturada de arsénico, basura y perros muertos, que corría por los canales de tierra de la Laguna y que, entre otras cosas, se usa todavía para regar los sembradíos.
Adrián Ortega Guerrero, investigador de tiempo completo en el Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, campus Juriquilla, Querétaro, advierte que el problema del arsénico en la Laguna se ha ido agudizando progresivamente debido a que no se ha entendido de fondo el origen de este fenómeno en la región, descrito por él en el estudio ¨Origen y Evolución Geoquímica del Agua del Subsuelo en una Cuenca Cerrada de un Acuífero Arcilloso en el Norte de México¨, publicado en el Journal of Hydrology a principios de 2000.ara regar los sembradíos.
Los monitoreos más conservadores realizados por la Comisión Nacional del Agua, señalan que en la mayoría de las poblaciones rurales de la Comarca Lagunera, las concentraciones de arsénico en el agua superan los .300 microgramos por litro, cuando la OMS sugiere .010 microgramos de arsénico en el agua como apta para el consumo humano.
Muchos años después le vino lo de la llaga en el pie y don Rafael tuvo que andar en muletas.
“La úlcera ya estaba cicatrizando, mi esposa se fue a ver a una hija que tiene en Juárez, yo me quedé con otra hija, pero ella ya no me limpiaba, no me lavaba las cobijas y el colchón estaba todo cochino ahí, yo creo que por eso me atrasé más. Miraba de a tiro el puro hueso del pie”.
Fue cuando apareció la gangrena. La pierna, en la que le había salido la llaga negra y peluda, se le comenzó a secar y más temprano que tarde, el otro pie. Los dolores eran insoportables.
“El pie quedó seco, pero luego me resultó este otro y después ya no hubo control, todo se me complicó a mí”, cuenta el anciano y parece que no quiere hablar de cuando se quedó “mocho”.
¿Usté cree que fue el arsénico?
“Es lo que no sé, es lo que no en tendemos, no sabemos si es arsénico o no, la mera verdá, yo soy nacido y criado aquí, sólo oía decir que toda esta parte estaba muy contaminada con el arsénico y pos tome y tome pura agua de esa…”, dice ante algunos de sus nietos pequeños que hace rato se acercaron a escuchar la plática.
Cabe señalar que en la mayoría de los ejidos que recorrió SEMANARIO, los responsables de los Centros de Salud se negaron a dar información sobre los casos de hidroarsenicismo presentes en estas comunidades. Los habitantes del área rural de la Laguna coinciden en que al Gobierno no le conviene este tipo de publicidad. Sólo en la población de San Salvador, el pasante de medicina y responsable de la Unidad Médica, Carlos Ramírez Ramos, accedió a informar que en lo que va del año ha diagnosticado a unas 20 personas con síntomas de hidroarsenicismo y otra más con cáncer de piel, mismas que fueron derivadas a distintos hospitales de la Laguna para su atención.
Don Rafael no sabe de fórmulas químicas, tampoco de estudios ni estadísticas, lo que sí sabe es que en los últimos años han muerto al menos cuatro pobladores de esta comunidad con las piernas amputadas.
Luego comienza otra vez su rosario de penas, que su silla de ruedas ya no sirve, que hay ratos en que se siente arder entre brasas, que es diabético, que tiene alta presión, que cuando lo están bañando le tienen que sacar ¨la popó¨ con una bolsa y luego las dolencias ésas que no aguanta.
El resto de la tarde don Rafael la pasa sentado en su silla de ruedas, bajo esos árboles tan escuálidos como él con la mirada extraviada, como esperando lo inevitable.
EL ORIGEN
Y es que este asunto es complejo de desentrañar, dejemos que él nos los explique con peras y manzanas. ¨La zona de la Laguna era un gran recipiente, donde el Nazas y el Aguanaval descargaba sus agua, más el agua subterránea que se llegaban en forma de manantiales. El
arsénico que llegaba ahí en pequeñas proporciones se concentraba por proceso de evaporación y cuando caían el siguiente año de lluvias, venían el Nazas y el Aguanaval, descargaban en la Laguna y desplazaban parte de estas sales ricas en arsénico, y otros elementos, hacia las orillas, hacia los límites de la región lagunera.
¨Se construyen las presas Lázaro Cárdenas y la Francisco Zarco, con su revestimiento de canales de riego. Entonces se corta esa recarga natural que había hacia el acuífero y que desplazaba el arsénico hacia las orillas. Con la operación de estas presas ese arsénico se extendió por el acuífero hacia las poblaciones. Por otro lado está lo de la explotación del acuífero de manera brutal, desordenada, mal planeada, sobre todo para la
producción lechera¨.
Javier Morán Martínez, jefe del Centro de Investigación Biomédica de la Facultad de Medicina de la UAdeC, advierte cómo el hidroarsenicismo no es más que el costo que ha debido pagar la Laguna por convertirse en uno de los principales productores de leche del continente.
“Somos de los mejores productores, exportamos leche a Centroamérica, Guatemala… Hace dos años Lala tenía la producción de cinco millones de litros diarios de leche, más lo que producen las compañías más pequeñas. Somos de los mejores productores de carne, de forrajes, de quesos, aquí hay una empresa que dice ´ los mejores quesos de México’ y ahí van las consecuencias”.